Inversión en Transmisión Eléctrica: Clave para el Crecimiento

Si no invertimos hoy en transmisión eléctrica, nuestro crecimiento económico —y la transición energética— se van a ver condicionados como nunca antes.

Hace sólo unos días, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) lo puso en números. Hay más de de proyectos eólicos y solares listos. Sin embargo, esperan conexión por falta de capacidad en las redes. Eso es casi veces la potencia instalada de toda América Latina. Cada año que demoramos, los cuellos de botella se agrandan. La congestión en redes no solo limita el acceso a energía más limpia. Además, pone un techo al desarrollo industrial y eleva los costos para todos los usuarios.

El desafío es enorme y la ventana de acción es corta. Para mantener el ritmo hacia los objetivos de descarbonización, la AIE estima que deberíamos instalar o renovar millones de kilómetros de redes hacia . Esto es lo mismo que todo el tendido que existe hoy en el mundo. Pero acá viene el dato central: la inversión anual global debería duplicarse. Es decir, pasar de a millones de dólares si realmente queremos desbloquear el crecimiento.

En América Latina, el diagnóstico es igual de claro. Necesitamos invertir al menos el doble cada año. Esto es sólo para acompañar el salto en renovables y la electrificación de nuevas industrias.

La Transmisión como Pilar Estratégico

¿Por qué insisto tanto en este punto? Porque planificar y ejecutar infraestructura de transmisión lleva entre y años. Más tiempo que cualquier parque eólico o solar. Si no arrancamos ahora, el sistema llegará tarde. Por consiguiente, la oportunidad va a pasar de largo.

Más allá de los números, lo que está en juego es nuestra capacidad de elegir el tipo de desarrollo que queremos. Si nos resignamos a redes congestionadas, perderemos atractivo y competitividad como región. En cambio, si apostamos por la transmisión como pilar estratégico, habilitamos nueva generación, bajamos costos y abrimos la puerta a una economía más robusta y sostenible.

La solución no puede venir solo de un lado. Necesitamos alineación público-privada, reglas claras, autoridad técnica y una mirada de largo plazo. La transición energética —y económica— depende menos de los títulos en los diarios que de las decisiones que tomemos hoy para reforzar nuestra infraestructura.

Me interesa conocer los proyectos o modelos que estén viendo en otras regiones para acelerar este proceso. El futuro no se redacta con promesas sino con líneas de alta tensión.