Gas Natural: una clave en la transición energética argentina
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En los últimos meses, el debate global sobre el gas natural como combustible de transición ocupa un lugar central. En Argentina, este tema nos interpela de lleno. No es solo por la magnitud de nuestros recursos. También es por el rol estratégico que el gas podría tener en ese diseño de país al que aspiramos. Aspiramos a ser un país capaz de romper con ciclos históricos de desequilibrio fiscal y comercial.

El Rol Ambiental del Gas en la Transición Energética

El reporte de Wood Mackenzie, “Wood Mackenzie “The bridge: Natural gas’s crucial role as a transitional energy source”, ofrece algunos datos que vale la pena mirar en detalle. El gas natural produce la mitad del que el carbón al ser quemado. Produce un del que el petróleo, con niveles de contaminación marcadamente menores. Este diferencial ya permitió que, en mercados asiáticos, se lograran reducciones sustanciales en emisiones de carbono. Esto se logró simplemente reemplazando carbón por gas.

No es menor el hecho de que, además, las plantas a gas siguen siendo esenciales. Esto es porque garantizan un suministro energético confiable y flexible. Es algo imprescindible cuando se busca integrar renovables que dependen del clima y la estacionalidad. Por si fuera poco, el propio gas puede apalancar tecnologías que ya empiezan a ganar terreno, como la captura y almacenamiento de carbono e incluso el hidrógeno de bajo carbono.

Desafío Regulatorio: Reducir la Huella Ambiental

Ahora bien, no basta solo con reconocer el potencial. El desafío real es avanzar en una reducción mucho mayor de la huella ambiental. En este sentido, el trabajo del Oxford Institute for Energy Studies sobre “gas-to-power” resulta revelador. La experiencia de British Columbia demuestra que es posible lograr índices de emisiones comparables a los de las renovables. Esto es posible mediante una regulación activa y tecnología para reducir fugas de metano.

La discusión deja algo claro. Podemos y debemos mirar al gas como un insumo estratégico. Sin embargo, la clave está en impulsar políticas regulatorias que acompañen esa transición. Dichas políticas deben permitir capturar tanto los beneficios económicos como los ambientales.

Esa es la agenda pendiente si queremos que el gas argentino sea parte de una matriz más limpia, sólida y orientada al largo plazo.