Muy interesante la nota de Bloomberg sobre el aumento de quiebras en el agro brasileño. Además, analiza el impacto directo que esto tiene en la banca, especialmente para el Banco do Brasil.
En 2024, la combinación de tasas de interés en máximos y reveses en cosechas dejó a los productores contra las cuerdas. A esto se suma que recientemente el Banco Central de Brasil obligó a los bancos a provisionar en el momento las pérdidas esperadas. Por si fuera poco, deben dejar de contabilizar los intereses atrasados en los préstamos. Esto pega de lleno en el banco más expuesto de la región.
La exposición del sistema financiero al agro
El dato es contundente: Banco do Brasil financia la mitad del sector agroindustrial. Ese segmento representa un tercio de su cartera total de préstamos. Es una exposición muy por encima del resto de sus competidores. Por lo tanto, cuando el agro tambalea, el banco queda en la línea de fuego.
Brasil no es un actor menor. Produce alrededor del 80% de las exportaciones globales de jugo de naranja. También produce la mitad del azúcar, más de un tercio del café, y es top 5 en soja y maíz. Si el agro se complica, la onda expansiva atraviesa la economía, la banca y termina impactando en el crédito disponible para toda la cadena.
La necesidad de una gestión de riesgo dinámica
Lo que preocupa es la escala de estas quiebras. Ya no son solo parte del ciclo habitual del campo. En cambio, pueden, en muy poco tiempo, convertirse en un tema sistémico para la solidez bancaria. Es una llamada de atención sobre cómo medimos el riesgo en entornos tan volátiles.
El análisis no puede ser estático ni depender solo del historial crediticio. Hoy, la respuesta tiene que ser dinámica, con foco en el contexto real y la velocidad de reacción ante los cambios.
El desafío no es solo para el agro. Es para todo el sistema financiero que sostiene la actividad. Entonces, ¿cuánto más preparados estamos para absorber shocks sectoriales de esta magnitud?
Dejo la nota de Bloomberg aquí para quienes quieran profundizar.